Entrevista sobre el TOC

Entrevista a Naila Martínez Poveda, psicóloga especializada en trastornos de ansiedad y TOC.

Entrevista a Naila Martínez Poveda, psicóloga especializada en trastornos de ansiedad y TOC.

Como profesional, ¿cómo definirías exactamente el TOC?
Las personas que tienen TOC, trastorno obsesivo copulsivo, reproducen pensamientos obsesivos que van acompañados (o no) de una compulsión (ritual) para compensar la angustia que los pensamientos generan. Se trata de un trastorno muy limitante, que mantiene a la persona que sufre en una lucha interna constante: ¿hago caso o no al pensamiento intrusivo? Hablamos de un trastorno egodistónico, es decir, la persona no se identifica con los pensamientos pero aparecen igualmente. También es importante conocer el TOC como algo gradual, no es dicotómico «tengo o no tengo TOC», sino que aumenta y disminuye en función del estrés.

¿Cuáles son las causas que derivan a que una persona llegue a sufrir TOC?
La persona ha vivido una situación de terror y no ha podido atravesar la experiencia con el apoyo necesario, lo que ha dado lugar a la aparición de pensamientos intrusivos y una conducta rigidizada, y por tanto desadaptativa, que no se ajusta al presente pero que le da una seguridad temporal con la que afrontar su día a día.

¿Qué síntomas presenta una persona con TOC? ¿Cómo se llega a realizar un diagnóstico?
Por un lado encontramos las obsesiones (por ejemplo: debo cerrar la puerta de nuevo) y, por otra parte, las compulsiones (cerrar la puerta). Normalmente una va seguida de la otra: cuando existe un pensamiento obsesivo, aparece la conducta compulsiva para rebajar la ansiedad que conlleva la obsesión. Sin embargo, en el 10% de los casos no hay compulsión. Son las llamadas obsesiones puras, donde los esfuerzos y demandas se dirigen fundamentalmente a detener los pensamientos.

Las obsesiones son imágenes, impulsos, ideas o pensamientos intrusivos e involuntarios que se viven como amenazantes, repulsivos, sin sentido, obscenos o blasfemos.
Tres características importantes de las obsesiones:

  • No son deseadas
  • Son incongruentes con el sistema de valores de la persona
  • Al intentar eliminarlas, provocan resistencia en la persona

Las compulsiones son conductas motivadas e intencionadas que la persona adopta como respuesta a las obsesiones. Dijéramos que las compulsiones son el antídoto, talismanes que temporalmente evitan lo peor.

Para realizar el diagnóstico, los especialistas nos basamos en los criterios del DSM-V o de la CIE-10 (dos clasificaciones de las enfermedades consensuadas por especialistas). Si cumple con los criterios que definen el TOC, podemos diagnosticar el trastorno. Es importante no autodiagnosticarse. Y, me repito, hablemos de una dimensión gradual.

¿Qué tipo de tratamientos psicológicos existen?
Los tratamientos que existen son la terapia electro-convulsiva, la terapia psicoanalítica, la terapia de aceptación y compromiso, la terapia farmacológica, la terapia cognitivo-conductual y la terapia Gestalt.

¿Cuál es lo que más utilizarías para tratar este trastorno? ¿Cuál ha funcionado mejor?
Actualmente la más utilizada es la terapia cognitivo-conductual (TCC). Y dentro de esta corriente psicológica, utilizan diversas técnicas: reestructuración cognitiva, técnicas de aprendizaje comportamental, de distracción, y la más conocida en el TOC, la Exposición con Prevención de Respuesta (EPR), una técnica de exposición gradual. El problema es que ésta tiene una tasa de deserción del 25% y una tasa de rechazo entre el 5 y el 20%.

Yo soy psicóloga y terapeuta Gestalt, y trabajo desde la perspectiva humanista. Por lo que las técnicas las dejo a un lado y en el proceso terapéutico aparece la educación emocional, el no juicio y los factores psicosociales en primer lugar, y posteriormente el acompañamiento en el trauma. La aceptación es el punto de partida. Dar espacio a lo que la persona siente, respetando su tempo, desde una mirada compasiva y de apoyo (en lugar de la confrontación), es de vital importancia para pasar del infierno de las obsesiones a la calidad de vida. Este proceso individual combinado con la terapia grupal por personas con TOC tiene mejores resultados de mejora.

¿Crees que el tratamiento psicológico es más efectivo que el farmacológico?
Depende, para mí un buen tratamiento psicológico puede ser más que suficiente, pero, claro, debe ser un buen tratamiento. De igual modo ocurre con un tratamiento farmacológico, es necesario que los fármacos tengan un seguimiento y acompañamiento. Y, comparaciones aparte, lo ideal para mí es un buen trabajo interdisciplinar. Es necesaria una estrecha colaboración entre el psiquiatra que prescribe la terapia y la psicoterapeuta, junto con el respeto mutuo a sus campos y límites.

El soporte farmacológico siempre debe tratarse como una forma de reducir la intensidad del síntoma y no como una forma de reducir el significado del sufrimiento a una fluctuación bioquímica, lo que implicaría una merma de la experiencia del cliente y la invalidación del su punto de vista, con riesgo de producir efectos yatrogénicos.

Un apunte: los clientes que sufren TOC en ocasiones rechazan el tratamiento farmacológico, especialmente cuando se trata de problemas relacionados con la contaminación, ya que tomar un medicamento puede ser visto como una violación del límite por parte de un cuerpo extraño intrusivo.

¿El entorno familiar puede hacer algo para ayudar al paciente?
Sí, y mucho. Gracias a la psicoeducación, tanto el proceso de mejora como la calidad de vida de todos se vuelve más favorable.
Cuando hablamos de psicoeducación en el TOC nos referimos a: conocer de qué se trata, ser comprensivo y no enfrentar por qué evite las compulsiones, no involucrarse en los rituales, reforzar positivamente los avances, y por último, pero no menos importante, hacer llegar nuestro apoyo.

¿Cómo afecta el TOC en el paciente en su día a día? ¿Y a la hora de socializar?
Afecta considerablemente. El estigma, el juicio, la vergüenza, la culpa, la sensación de rechazo, el sentimiento de fracaso, la soledad, el agotamiento… se vuelven los protagonistas del día a día de la persona haciendo que sus rutinas y círculos sociales se vayan reduciendo cada vez más. Por eso, tener en cuenta los factores psicosociales y abordarlos correctamente reduce significativamente el malestar de la persona y facilita el proceso terapéutico.

¿Crees que hay muchas más personas que sufren TOC a causa de no querer ir a terapia? ¿A qué crees que se debe no querer ir a terapia? ¿Qué ocurre si alguien no quiere tratarse?
La prevalencia anual internacional indica que entre un 1 y un 2,5% de la población sufre TOC, y que un 13% de la población presenta síntomas obsesivos-compulsivos. Pero también encontramos estudios que indican que sólo un 34% de los pacientes con TOC mencionan síntomas a algún médico, y que sólo un 20% busca ayuda de algún especialista en salud mental. ¿Por qué? Por vergüenza de los síntomas, porque tienen miedo a vivir el estigma de enfermo mental, o porque creen que no hay tratamiento.
Así que el TOC también recibe el nombre de Trastorno Silencioso, ya que muchas personas lo viven en soledad en su casa, con las consecuencias que esto conlleva: empeoramiento de los síntomas, aislamiento social, y comorbilidad asociada – depresión, trastornos de ansiedad, TOC de la personalidad, etc.

Si se cree que una persona puede llegar a sufrir TOC, ¿cómo debería actuar hacia la situación?
En primer lugar, hablar con la persona, preguntarle cómo se siente en relación a lo que se haya podido detectar desde fuera, y qué necesita. Luego hacerle saber que tiene tu apoyo y buscar la ayuda profesional necesaria. Es importante no sumergirse en información no contrastada en internet y no intentar superar la situación sólo.

¿Qué tipos de TOC son los más frecuentes, o que más hayas tratado?
Los más conocidos son los de constancia, comprobación o verificación, orden y simetría, agresividad o fobia de impulso, de sexo, de religión, de contaminación, de acumulación, de repetición o de contabilidad, o de relaciones . Al mismo tiempo, decir que hay tantos TOCs como personas lo viven, y que las compulsiones pueden ser mixtas.
Los que más he podido tratar son de comprobación, contaminación, orden y simetría, repetición o contabilidad.

¿Has escuchado hablar de algún tratamiento quirúrgico? Si es así, ¿podrías explicar en qué consiste?
Tristemente sí. Se coloca un instrumento en la cabeza. Se hace una resonancia magnética y el paciente pasa al quirófano con el instrumento. Bajo anestesia general se realizan dos orificios en la región frontal por los que se introduce una sonda que se calienta en el extremo, produciendo lesiones como un grano de arroz y desconectando distintas regiones cerebrales. La duración aproximada es cuatro horas. Sin comentarios.

¿Las personas que has tratado han presentado efectos positivos respecto al primer día?
Sí. En algunos casos ha sido necesario un acompañamiento de 6 meses, de un año o dos, por regla general. Hay que tener presente que existen varios factores que influyen en el proceso de mejora. En primer lugar, de dónde partimos, es decir, del grado de afectación en el que se encuentre. También, del apoyo fuera de la consulta que tiene la persona, la implicación de ésta y el compromiso con las sesiones.

¿Podrías explicar algún caso de los que has trabajado?
Recuerdo a una chica de 16 años, guapísima. Tenía clarísimo que lo que le estaba pasando no tenía ni pies, pero no podía dejar de hacer lo que su jefe le decía. Eran cosas pequeñas como acumular objetos que le daban seguridad, tener su espacio perfecto y simétrico… cosas que desde fuera podían pasar como «manías» pero que internamente le generaban mucho malestar, porque no las estaba escogiendo. No era libre.
Quizás cuando te pidan contar un caso se suele escoger el más complicado, pero para mí éste fue especial. Fue muy bonito ver cómo la completa predisposición de la chica, el apoyo de los padres y de las amigas, hicieron que en muy poco tiempo todo el malestar desapareció hasta llegar a cero.

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